Sunday, January 13, 2008

ÁNGEL GONZÁLEZ (IN MEMORIAM)


Ayer me desayuné con la triste noticia de una pérdida irreparable para la literatura española: Si, ha muerto mi “paisano” (28 Km., y una estúpida y pueblerina rivalidad no me privarán de considerarlo como tal) Ángel González. Hasta antes de ayer lo consideraba el mayor poeta vivo en lengua castellana. Por desgracia a partir de ayer he tenido que privarlo drásticamente de ese título que, al menos para mí, ahora queda desierto.
Ángel González era un poeta excepcional.
Así mismo era un hombre honesto. Como otra de las cúspides de la cultura española del siglo XX, el también recientemente fallecido (apenas dos meses separaron sus respectivos decesos) Fernando Fernán-Gómez, se alineó con los perdedores de la fratricida guerra (in) civil española, aunque ninguno de los dos hubiese participado en ella.
Sin embargo, Ángel estuvo marcado desde siempre por pertenecer a una familia de “rojos”.
Sus posiciones críticas con el franquismo ayudaron a que “emigrase” a Estados Unidos, concretamente a Nuevo México, donde ejercerá como profesor de Literatura española contemporánea desde 1974 hasta su regreso definitivo a España en 1993..
Pero Ángel era sobre todo un poeta genial. Aquí os dejo dos de sus poemas. Son los que, a mí, más me han marcado (entre otros, claro):

A VECES
Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!
Lo expresaba muy bien César Vallejo:
“Lo digo y no me corro”.
Pero él disimulaba.

BREVES ANOTACIONES PARA UNA BIOGRAFÍA
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo,
pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.

Reparad en la socarronería, tan asturiana, que caracteriza al primero, y en la brillantez “culterana” que preside al último
Porque de este genio se movía igual de bien en lo “popular” (son célebres sus noches de alcohol y juerga con sus amigos Joaquín Sabina, Luis García Montero o Almudena Grandes -y antes, en su juventud, con Gil de Biedma, Caballero Bonald, José Ángel Valente, José Hierro o José Agustín Goytisolo-), que en lo culto y académico.
Descanse en paz.
Hasta siempre, Ángel.

En este homenaje, por una vez, me he adelantado a mi buena amiga Amaya (http://desconvencida.blogspot.com/) pero no he podido con mi también amiga Lula (http://lulafortune.blogspot.com/).
Por mucho que me interese algo siempre tengo que superar mi proverbial lentitud. Es sólo una curiosidad. No tiene ninguna importancia. Ningún homenaje a un genio, sobra, y el poema escogido por Lula es también extraordinario.