
Algunas consideraciones sobre la genial película del maestro Hitchcock, “Vértigo”.
Ninguna “resurrección” tan fantástica, tan turbadora, tan desesperadamente romántica como la de Judy (Una Kim Novak en el cenit de su belleza) cuando sale del baño del hotel transformada en Madeleine, satisfaciendo así la enfermiza obsesión de Scottie (un James Stewart tan ajustado como siempre) en ese inigualable artefacto cinematográfico ideado por Alfred Hitchcock en 1958, y conocido indistintamente como “Vértigo” o “De entre los muertos”. Para mí esta película genial, de infinitas lecturas, es la culminación del cine de Hitchcock, y si alguien pretendiese de mí la descabellada exigencia que eligiese una sola película en la historia (yo, venciendo mi racionalismo que le impide una elección tan traumática a un cinéfilo, y ya que, como he dicho en alguna otra ocasión, también soy de “filias y “fobias”, de adhesiones entusiastas y rechazos viscerales) me quedaría con ella.
“Vértigo” es una película suficientemente conocida, así que no perderé el tiempo en recordar su argumento, basado en una novelita de Boileau y Narcejac, que Truffaut en su libro-entrevista con el maestro, se empeñaba en que había sido escrita específicamente para la película, a través de un encargo de la productora.(1). Hitchcock se resistía, por su parte, a confirmar esta especie en la misma entrevista, por cierto(2).
Mucho se ha hablado, y fabulado, sobre las circunstancias que rodearon al film: que si es un postrer homenaje del maestro Hitchcock a su actriz preferida, Grace Kelly, que se acababa de casar con Rainiero de Mónaco, abandonando el cine; que si Hitchcock plasma aquí su nunca confesado amor a la actriz perdida y ya irremediablemente inalcanzable; que si el proceso de transformar a Judy (una Kim Novak pelirroja, y de rasgos exageradamente vulgares) en Madeleine (la misma Kim Novak teñida en rubio platino, y con rasgos lo más estilizados posibles) es una metáfora del intento imposible del maestro de transformar a Kim Novak en Grace Kelly...
En el mismo libro-entrevista con Truffaut, Hitchcock deja clara su, para mí, injusta animadversión a la Novak, pero yo creo que esto es más bien consecuencia de la frustración por no poder volver a contar más con la Kelly.
Aparte de estos “cotilleos” la película es indiscutiblemente una obra maestra en donde se juntan una serie de inmensos talentos en el cenit de su creatividad: desde el director de fotografía Robert Burks, al genial músico Bernard Herman, que nos regala aquí una partitura magistral, envolvente, y que se ajusta como un guante al desesperado romanticismo que impregna toda la película. Además el maestro cuenta otra vez con la colaboración de Saul Bass, que diseña los títulos de crédito, de forma magistral.
Se ha dicho, y nadie puede negarlo, que el tema del film es la dialéctica entre lo real y lo imaginario, entre la realidad y el deseo: Scottie (James Stewart) se pasa la segunda parte del film resucitando el fantasma de una Madeleine (Kim Novak) que creía muerta. La misma Kim Novak (Judy) que se deja manipular por Scottie, aún sabiendo que esto solo puede conducirla irremediablemente a un final trágico.
El apasionado beso entre Kim Novak (ya Madeleine otra vez) y James Stewart (el anhelante Scottie) mientras los envuelve la cámara de Hitchcock, y la fantástica melodía de Bernard Herrmann, es desde luego una de las secuencias de más alto contenido erótico de la historia del cine, y cierra esta historia de amor tan imposible como lo es la absoluta felicidad en cualquier vida, como imposible es la felicidad misma. Lo que sucede después me lo ahorraré por si alguien todavía no ha visto esta película magistral.
(1).- La productora en cuestión es la Paramount.
(2).-“El cine según Hitchcock” por François Truffaut. (Alianza Editorial), 1974.
Aparte de estos “cotilleos” la película es indiscutiblemente una obra maestra en donde se juntan una serie de inmensos talentos en el cenit de su creatividad: desde el director de fotografía Robert Burks, al genial músico Bernard Herman, que nos regala aquí una partitura magistral, envolvente, y que se ajusta como un guante al desesperado romanticismo que impregna toda la película. Además el maestro cuenta otra vez con la colaboración de Saul Bass, que diseña los títulos de crédito, de forma magistral.
Se ha dicho, y nadie puede negarlo, que el tema del film es la dialéctica entre lo real y lo imaginario, entre la realidad y el deseo: Scottie (James Stewart) se pasa la segunda parte del film resucitando el fantasma de una Madeleine (Kim Novak) que creía muerta. La misma Kim Novak (Judy) que se deja manipular por Scottie, aún sabiendo que esto solo puede conducirla irremediablemente a un final trágico.
El apasionado beso entre Kim Novak (ya Madeleine otra vez) y James Stewart (el anhelante Scottie) mientras los envuelve la cámara de Hitchcock, y la fantástica melodía de Bernard Herrmann, es desde luego una de las secuencias de más alto contenido erótico de la historia del cine, y cierra esta historia de amor tan imposible como lo es la absoluta felicidad en cualquier vida, como imposible es la felicidad misma. Lo que sucede después me lo ahorraré por si alguien todavía no ha visto esta película magistral.
(1).- La productora en cuestión es la Paramount.
(2).-“El cine según Hitchcock” por François Truffaut. (Alianza Editorial), 1974.