A Marcel Proust, y a Augusto Monterrosso
Cuando en el taller literario al que acudía puntual, dos veces por semana, les sugirieron el peregrino tema de “el tiempo”, Marcelo recordó el particular sabor de una magdalena mojada en una infusión de té y se embarcó en una brevísima, concisa , narración de 3739 páginas en las que recobraría el tiempo que creía perdido
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