Monday, August 13, 2007

REFLEXIONES SOBRE UN SUICIDIO

Xirinacs, un "iluminado" honesto y consecuente hasta el final

A mi padre, también un hombre honesto, ante todo (1)


En torno a la muerte de Xirinacs



Anoche volví a no dormir bien: Demasiado calor, el maldito dolor de muelas, los graznidos de las gaviotas, el zumbido de un estúpido mosquito que se había quedado atrapado entre el visillo y el cristal de la ventana, en fin, como ya señalaba en mi anterior entrada, se juntaron los condimentos ideales para poner en marcha mi siempre limitada creatividad, con la que me atrevo a colmar otra vez su paciencia.
Un suceso del que me había enterado a la hora de comer, puso en marcha mi habitualmente perezoso cerebro: una figura de mi infancia se había suicidado, según todos los indicios: el cuerpo sin vida del ex- senador y ex-sacerdote Lluis María Xirinacs había aparecido en un bosque de Girona. El cadáver portaba una nota de despedida, en que señalaba su decepción con la evolución de la política catalana en los últimos tiempos: “Una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en su libertad y defensa. Amigos, aceptad este final absoluto de mi contienda, para contraponer la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo. Hoy mi nación acontece soberana en mí. Ellos han perdido un esclavo. ¡Ella es algo más libre, porque yo soy en vosotros, amigos!" (2).
Este suicidio de alguien más próximo a mí de lo que pueda parecer (mi padre, que tiene un año menos, siempre le mostró a este cura rebelde una enorme admiración), me recordó otro suicidio, este sí más cercano a mi, en todos los sentidos.
Cuando yo tenía 14 años mi tío Eladio, el más joven de los hermanos de mi madre, decidió quitarse de en medio por el expeditivo método de colgarse de uno de los árboles de su pequeña huerta. En mi familia hablar de la muerte del tío Eladio siempre ha sido tabú. Sin embargo, yo, quizás en mi inocencia todavía casi infantil, me sentía orgulloso de que un miembro de mi familia hubiese tenido el valor de “hacer mutis por el foro”, en el momento en que percibió que su vida había llegado a un “callejón sin salida”.
Yo, que, como sabéis, soy un inválido, defiendo la libertad absoluta de cada individuo a disponer de su propia vida como crea oportuno, y por las razones que cada cual estime convenientes, sin cortapisas de orden supuestamente moral o, menos aún, religioso.
Nadie puede pretender inmiscuirse en la más íntima individualidad del “otro” para imponerle una vida que, por las razones que sean, no quiere vivir. Eso me escandaliza, y me parece un auténtico “crimen contra la humanidad”.
Yo, confieso que, en los peores momentos de mi vida, los posteriores a mi accidente, cuando comprendí que no volvería a caminar, y lo que es peor, una parte de mi vida se había acabado para siempre, acaricié morbosamente la idea del suicidio y, que si no lo acabé de llevarla a cabo, fue, más bien, por falta de valor, por el vértigo ante lo irreversible, o como dice mi amiga Emilia, por mi insaciable curiosidad, ¿Cómo me iba a enterar de lo que ocurre en este absurdo y hermoso mundo, si no estaba presente?
(1) Mi padre se ha escandalizado ante el escasísimo eco que ha tenido esta trágica noticia en la mayoría de los medios de comunicación de este olvidadizo país, lo que, en buena medida, me ha impulsado ha realizar esta entrada, que le dedico.
(2) Una muestra del "grandioso"fanatismo del personaje. Con razón Jordi Pujol se refería a él en los siguientes términos: “Era un profeta que quiere a su pueblo, y por eso lo fustiga. Se podría decir que nos ha fustigado durante muchos años, y con su muerte también nos fustiga”.